Organiza
LA ASOCIACIÓN CULTURAL ARCÓBRIGA
Una mañana espléndida. A las ocho en las antiguas escuelas de Torlengua. Siguiendo un camino y el curso del río Nájima, a unos tres kilómetros nos encontramos con las ruinas de esta granja que allá por los años mil ciento y pico sirvió para abastecer a una comunidad cisterciense.
En las ruinas se ha explicado cómo se fundaban nuevos asentamientos de los monjes del Cister y se han trazado unas pinceladas sobre la vida en la época y el posterior declive por los avatares de la historia.
Ya de vuelta en Torlengua hemos visitado las escuelas que muestran un aula -la que fuera de chicas- ambientada como fue hace varias décadas. La dedicación de muchas personas lo ha hecho posible.
Posteriormente, se nos mostró la iglesia y contemplamos su retablo mayor y otros detalles artísticos de la misma.
En ese instante tuve que abandonar la actividad. El resto se quedó buscando marcas de cantero en las piedras trabajadas.
Hemos pasado la mañana.
Una avutarda atravesó los cielos límpidos y puso un poco de contraste vivo a las ruinas.
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